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Constitución es uno de esos barrios porteños que no te deja indiferente. Está ahí nomás, a cinco minutos de Plaza de Mayo, pero tiene una personalidad tan particular que pareciera estar en otra dimensión de Buenos Aires.​

El nombre viene de 1857, cuando decidieron llamar así al mercado y la plaza en honor a la Constitución Nacional de 1853. Pero la historia del barrio es mucho más vieja: era parte del ejido original trazado por Garay en 1580, uno de los barrios fundacionales de la ciudad. Ahí estaba la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, que marcaba el límite sur de Buenos Aires en aquella época.​

La estación Constitución es el corazón y el alma del barrio desde 1865. Inaugurada como cabecera del Ferrocarril del Sud, es la terminal más grande y antigua de trenes del país, y por ahí pasan diariamente miles de personas que van y vienen desde el conurbano sur. Es un punto neurálgico de conexión, un lugar de paso donde se cruzan historias, vidas y realidades muy diferentes. El barrio vive al ritmo de esa estación: tiene esa energía constante, ese movimiento que no para nunca.​

Hay lugares en Constitución que vale la pena conocer si te gusta la historia de verdad. La Santa Casa de Ejercicios Espirituales, fundada en 1795 por Sor María Antonia de Paz y Figueroa, es un tesoro arquitectónico y espiritual que todavía funciona como espacio de retiro. El Museo del Títere también está acá, guardando una colección única de esta expresión artística que en Argentina tiene mucha tradición.​

El barrio tiene sus complejidades, eso es innegable. Constitución ha pasado por épocas difíciles y sigue enfrentando desafíos sociales que no se pueden ocultar. Pero también hay que reconocer que es un barrio con equipamiento de primer nivel: hospitales especializados como el Muñiz y el Santa Lucía, escuelas públicas y privadas, universidades como la sede de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, la Universidad Kennedy y UADE. Tiene una conectividad que otros barrios envidian y una diversidad que es parte de su identidad.​

Lo que más rescato de Constitución es su autenticidad. No es un barrio maquillado ni pretencioso: te muestra la Buenos Aires real, con sus contradicciones y su vitalidad cruda. Los vecinos que resisten y mantienen viva la identidad del lugar, los comercios históricos que sobreviven, las calles que cuentan historias que no están en los libros de turismo. Es un barrio que te obliga a ver la ciudad sin filtros.​

En un lugar tan intenso y lleno de movimiento como Constitución, donde el ritmo nunca afloja y la energía urbana es constante, encontrar espacios para el cuidado personal se vuelve especialmente importante. A través de Relaxmo, podés conectarte con masajistas profesionales que entienden que en el corazón del sur porteño, donde tantas realidades conviven y el movimiento es permanente, cada sesión de masaje puede ser ese momento necesario para recuperar el equilibrio.​

Constitución no es para todos, pero tiene algo que ningún otro barrio porteño puede ofrecer: la verdad sin adornos. Con Relaxmo, encontrar el masajista indicado en este barrio auténtico es parte de entender que el bienestar también se construye en medio de la intensidad urbana, donde el cuidado personal no es un lujo sino una necesidad real para seguir adelante.